La actividad motora
espontánea, proporciona oportunidades estratégicas para que el niño desarrolle
sus impulsos creadores, motores y sensoriales. Es a través de la actividad
motora espontánea que se produce el aprendizaje del dominio de su cuerpo.
Las rupturas,
reequilibraciones, giros o balanceos, producen fuertes sensaciones corporales,
resultando de estas experiencias motrices, estados tónico emocionales capaces
de producir aprendizajes sobre el dominio de su propio cuerpo, permitiendo toda
gama de experiencias a nivel postura, de los registros activos y pasivos del
movimiento. Estos movimientos son clasificados en tres grupos: los balanceos,
los movimientos giratorios y las caídas.
Los balanceos son
considerados aquellos movimientos de oscilación regular del cuerpo o de una
articulación, acción de vaivén con un desplazamiento a un lado y al otro un
centro de equilibrio. La experiencia motriz va estar sujeta a la altura del
centro de gravedad en relación al punto de apoyo.
Los balanceos pueden
ser pasivos, cuando la fuerza se ejerce por acción exterior al sujeto o
activos, activada por impulsos producidos desde el propio cuerpo del sujeto o
por enviones o empujes con diferentes partes del cuerpo del sujeto.
Los movimientos giratorios
aparecen en un período posterior que los balanceos y a medida que el niño
desarrolla sus habilidades motoras y de equilibrio, los giros evolucionan y se
diversifican. Estos progresos se relacionan con el dominio del cuerpo en el
espacio, el control del eje corporal como punto de apoyo y equilibración de
fuerzas centrífugas del giro y la direccionalidad del movimiento de rotaciones.
Las caídas son actividades que
manifiestan una brusca desnivelación del cuerpo, bajo la influencia y el efecto
de la fuerza de gravedad a partir de una perdida de equilibrio o la pérdida de
los puntos de apoyo. También son consideradas caídas los descensos en plano
inclinado o toboganes. Reptar y Gatear: acción fundamental
para el desarrollo en la primera infancia.
El desarrollo cerebral
e intelectual del niño depende en gran medida, de la cantidad y calidad de los
estímulos que reciba. O sea que en gran medida, el desarrollo de su
inteligencia estaría vinculado a las actividades o ejercitaciones de las
funciones motrices que realice.
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